Kenya


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Kenya's flag
Africa » Kenya
July 7th 2007
Published: June 9th 2008
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Kenya era uno de los lugares soñados sobre todo desde que nacieron los niños. Siempre pensé en que por muy duro que fuera el viaje, merecería la pena. Lo que no imaginaba era que me fuera a causar a mí la impresión que me causó. Y no fue duro. Ni siquiera salir cada día a las 6 de la mañana sin desayunar a ver todo lo que allí había esperándonos.

No puedo decir mucho porque no sería capaz de explicarme con suficiente justicia. Kenya hay que verlo, así que aquí podéis ver un poco......

Estuvimos viajando como cuatro o cinco horas desde Nairobi hacia el Norte para pasar la noche en "The Lodge" dentro de Aberdare National Park. Es una especie de refugio entre árboles gigantes, espesos y verdes y por la noche se llena de animales que se acercan a comer. Es un lugar húmedo y fresco que recuerda al Norte de España. Incluso tuvimos que comprar algo de ropa de abrigo para la noche y las primeras horas de la mañana.

Samburu fue lo que más me gustó. Cuando se va hacia allí, se pasa por un control policial en el que te tienes que registrar
Ewaso NgyroEwaso NgyroEwaso Ngyro

Atardecer en el rio
cuando sales de la región de camino al Norte. Andrew, nuestro magnífico guía, nos explicó que no era más que para llevar un control sobre las entradas y salidas de la gente por los problemas que había con el tráfico ilegal de armas con Somalia. Con esas noticias y la cantidad de saltos que llevábamos en el cuerpo, (la única carretera que vimos medio decente fue en la zona cercana a Nairobi. El resto son caminos de tierra llenos de socavones), no parecía que las perspectivas fueran muy halagüeñas, hasta que empezamos a ver el paisaje que llevaba hasta la reserva de Samburu.

El recibimiento es inmejorable. Debe ser prácticamente imposible encontrar un keniata antipático. Son muy atentos y muy serviciales y se anticipan a las necesidades que puedan surgir. Desde luego han sabido formar profesionales para el servicio al turismo, que es la fuente de ingresos número uno del país. Después de llevar un tiempo viviendo en Dubai donde hay mucho profesional de nada, vuelves a disfrutar de unas vacaciones en las que todo lo necesario está previsto y si no, se soluciona.

Te saludan diciendo "Jambo!". Fue la primera palabra en swahili que aprendimos y que usábamos mucho. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que todos absolutamente todos los niños que nos encontrábamos en el camino a donde fuéramos, nos saludaban agitando la mano y con una sonrisa de oreja a oreja como si nos conocieran de toda la vida.

Las aldeas se veían muy pobres pero parecía que tenían una cierta organización. Era curioso ver la cantidad de escuelas, sobre todo de primaria y de iglesias de todos los tipos de derivados del cristianismo que te podías encontrar. La Iglesia hace una labor muy importante en educación y tienen muchos grupos comunitarios en todas las aldeas, pero las casas son de uralita, maderas, cartones...... Los keniatas llevan muy a gala que todos hablan tres idiomas: el de la tribu al que pertenecen, Swahili e Inglés, que es el idioma que se usa en el colegio.

Volviendo a Samburu, el río, Ewaso Ngyro, es alucinante. No sé donde se rodarían aquellas viejas películas de Tarzán, pero yo habría jurado que había visto ese río antes. Ancho, lento suave, me gustaba simplemente mirarlo y escuchar lo que decía. Si se ponía atención, seguro que se encontraba algún leopardo descansando en
Elefantes cruzando el rioElefantes cruzando el rioElefantes cruzando el rio

En el centro de todos, muy bien protegida, va una cria
una rama cerca de la orilla, además de los habituales cocodrilos que se confundían con el color del agua y de las ramas de los árboles caídos.

Tuvimos la oportunidad de ver los bailes de un grupo de Samburu. Estos son parientes lejanos de los Maasai, que han sido los temibles guerreros de Kenia y en sus antiguas batallas solían vencer a las demás tribus. Ahora la mayoría de ellos viven en la reserva de Maasai Mara, que el gobierno les ha cedido para que vivan según sus costumbres, pero se les exige respetar la ley, como es el caso de la prohibición de matar leones. Tradicionalmente, un joven masaai tenía que matar un león como uno de los ritos de iniciación para ser considerado un hombre. Se supone que ya no se hace y desde luego, está perseguido por la ley.

Al andar por allí podíamos encontrar lagartos enormes que cruzaban por delante de nosotros haciendo ruido al agitar la frondosa vegetación, para subir a un árbol o acercarse al río, unos pajaritos de un intenso y precioso color azul plateado que picoteaban en el césped e incluso vimos una serpiente que habían cazado los vigilantes a primera hora de la mañana y la verdad, es que no nos habría gustado encontrárnosla en otro sitio.

Supongo que fue porque era julio, pero no vimos ni nos picó un solo mosquito, y eso que Andrew siempre nos recordaba ponernos repelente antes de salir de safari, además de que en todas las camas había buenas mosquiteras. Hasta con eso, Kenia nos trató bien.

Nuestra siguiente parada nos la presentaron como un lugar para pasar un par de días relajadamente después del estrés anterior (???!!!). Yo no estaba nada convencida con esto porque yo quería seguir viendo sitios y no perder el tiempo en la piscina de un hotel de lujo porque encima hacía frío para bañarse. El lugar era el Mount Kenya Safari Club, fundado en los años 50 por tres socios, entre ellos William Holden. En aquella época era donde iban a cazar las estrellas de Hollywood. Afortunadamente ahora sólo se disparan cámaras de fotos.

Otra vez, mi sorpresa fue mayúscula cuando vimos lo bonito que era. Verde, húmedo, praderas infinitas y lo más importante es que tienen un centro de recuperación de especies, donde alojan animales con cualquier problema o heridos, antes de soltarlos
Cocodrilo del NiloCocodrilo del NiloCocodrilo del Nilo

Este angelito esperaba la racion diaria
de nuevo en su hábitat natural. Allí pudimos ver los animales más raros que al menos yo había visto hasta el momento al natural y sobre cuatro patas. Los niños sí los conocían, claro, como siempre. Uno era un CEBROIDE, mezcla de cebra y caballo, que resultaba un tanto extravagante y el otro un BONGO, animal autóctono en peligro de extinción, pero bastante recuperado gracias a iniciativas como las adoptadas en el Mount Kenya. Cuando llegamos una bongo hacía dos días que había dado a luz en cautividad a una cría.

Pero lo mejor del viaje estaba a punto de llegar.

Como María es tan "caballera" y quería ir a dar una vuelta a caballo en un paseo organizado por el Club, decidimos ir juntas. Ahí íbamos todos en fila india siguiendo al caballo de delante y con un guía en cabeza y otro en cola. Empezamos bajando por una enorme pradera hasta que llegamos a un río estrecho. Lo cruzamos para volver a subir una empinada cuesta con árbole por todas partes. Hojas, ramas, piedras, agua y de repente se hizo casi de noche por la espesura de la vegetación. Si dos de nuestras acompañantes no hubieran decidido elegir ese momento para contar sus experiencias como residentes en Londres, habríamos podido escuchar con mucha más claridad todos los sonidos que nos rodeaban: los caballos resoplando, los cascos contra el suelo, los pájaros, el agua del río, el viento en las copas altas de los árboles. Era todo un espectáculo difícil de repetirse. No sé qué tiene África que provoca unas sensaciones muy difíciles de explicar, pero que son únicas.

Después de pasos imposibles en los que pides al de debajo que no se tropiece, por la gloria de su madre, se hizo de día otra vez y aparecimos de pronto en otra pradera. A la izquierda apareció y desapareció una manada de cebras casi como por arte de magia, en cuanto nos vieron subidos en los caballos. Parece mentira lo que pueden llegar a correr esas criaturas y que no se muevan cuando te ven en un Land Rover. Nuestra sorpresa fue, o al menos la mía, cuando miramos a la derecha y nos encontramos con un número considerable de búfalos cafres, paralizados mirando hacia nosotros todos a una. Parecía que de un momento a otro fueran a embestirnos, así que sabiamente aconsejados por los guías, sin hacer mucho ruido tomamos la misma dirección que las cebras, que por lo menos parecían menos amenazantes. Al parecer si los búfalos están en manada son inofensivos y que solo habría atacado en caso de encontrarse uno solo, pero los experimentos, me dijeron desde pequeña que solo con gaseosa.

Lo cierto es que íbamos buscando una manada de elefantes que solía andar por ahí a esas horas, pero no la encontramos, lo que no me importó nada porque ya los habíamos visto antes y los vimos después, aunque la sensación de ver a los animales en el jeep comparada con hacer el safari a caballo, no tiene comparación. La impresión es que te plantas delante de los animales "a pelo" y que estás en contacto directo con todo lo que está alrededor, lo puedes tocar y oler. Nada que ver con estar dentro de un coche por mucho que se le quite el techo.

He de decir que los elefantes en Kenia no deben estar en peligro de extinción. Los vimos a primera hora de la mañana, que es cuando van a bañarse todos los días, luego van a desayunar y luego siguen andando. Están siempre yendo
BongoBongoBongo

La cria tenia solo dos dias
a alguna parte y comiendo. Me recordaban a Forrest Gump. Supongo que cuando se cansen de andar, pararán.

Cuando volvimos estábamos aún flotando. De vez en cuando, María y yo nos acordamos de lo alucinante que fue ese paseo a caballo. Estuve dos días sin poder moverme porque me dolía a rabiar básicamente toda la zona en conexión de alguna manera con la silla de montar, pero ¡vaya si valió la pena!. Por la noche nos encendieron las chimeneas de las casas, que eran de madera, preciosas, aunque algo viejas y nos fuimos a la cama calentitos......

A la mañana siguiente, temprano como de costumbre porque había que pasar muchas horas en la "carretera", salimos hacia el Valle del Rift para llegar al Lake Nakuru National Park. El Valle es enorme, espectacular. Se puede imaginar perfectamente lo que ocurrió por debajo de los pies, se ve la inmensa platea en medio de las elevaciones del terreno.

Esta maravilla de reserva desgraciadamente ha sufrido un incendio a principios de 2008 y se ha quemado un tercio de su extensión. Parece que no fue intencionado y que se produjo por una quema de restos en una localidad vecina, pero
Mono ColobusMono ColobusMono Colobus

Estos monos son muy sociables
lo cierto es que intencionado o no, se ha quemado y pasarán muchos años hasta que se recupere lo perdido, si es que llega a recuperarse como es debido. No hace tantos años la extensión del lago llegaba justo hasta donde empiezan los árboles, como se puede ver en la foto. Esta imagen la recordaba nuestro Andrew que no tenía todavía 40 años.

En este parque se organizan acampadas dentro de él, para los que tengan valor. Yo sólo de pensar en los bichos me muero. Nuestro alojamiento tenía suelo, pero también era una tienda de campaña, más fija que las de los campings, como las de las campañas de Julio César, más o menos, pero como siempre, con todo lo necesario para estar estupendamente.

Después de ver los "pocos" flamencos en las orillas del lago, (parece que antes había 100 veces más), subimos a la parte alta del Lago para encontrarnos con que alguien nos había preparado una maqueta gigante y nos la había colocado delante de las narices diciendo: "Este es el Lago Nakuru visto desde arriba" A este espectáculo inimitable se nos unieron un par de babuínos en labores de peluquería, tan tranquilamente, lo que
CebroideCebroideCebroide

Hibrido de cebra y caballo
no me extraña habida cuenta de donde viven. Siendo de un lugar como el lago Nakuru, es lógico estar tan relajado como ellos estaban.

Ya en el camino de vuelta nos encontramos un precioso rinoceronte negro y Andrew nos contó que hacía unos años en ese mismo sitio, un rinoceronte sin aparente motivo se abalanzó sobre uno de los coches que, como nosotros en ese momento estaba visitando el parque. Parece que nadie fue alcanzado por el animalito, pero al romper los cristales y supongo que medio vehículo, el rinoceronte se cortó y se organizó un espectáculo estilo "La Matanza de Texas" porque la criatura no podía desengancharse del coche. En fin, sin muchas más preguntas decidimos que si acaso necesitábamos más detalle, ya veríamos el National Geographic Channel, pero que preferíamos alejarnos un poco.

La última parte de nuestro viaje era bajar hasta Maasai Mara. Es completamente diferente a lo que habíamos visto hasta ahora. Es la sabana en estado puro. La impresión de mirar al horizonte en Mara es como la de estar en medio del mar, pero en lugar de agua, estar rodeado de tierra, hierba amarilla, acacias gigantes y montículos redondeados llenos de hervívoros. Parece una simpleza, pero es muy curioso parar a preguntarse cuando fue la última vez que viste algo parecido. La respuesta es nunca. No debe haber muchos sitios que nosotros frecuentemos en los que mires donde mires no hay más que campo; ni un cable, ni una vía, ni un cartelito de nada. Otra maravilla más de Kenia.

Cuando estuvimos nosotros, todas las enormes manadas de millones de cebras, ñúes y demás hervívoros, estaban todavía en Tanzania. Como un mes después empiezan el viaje desde el Serengeti hasta Mara, donde les están esperando unas suculentas hierbas de medio metro de alto y un montón de depredadores, claro está. Parece que transcurrido el tiempo reglamentario dejan Maasai Mara como un campo recién segado y se vuelven por donde han venido. ¿Quién no conoce gente así?

No conseguimos ver ningún león macho de una cierta edad y tamaño, aunque sí algunos jovenzuelos y alguna hembra. Digo que no los vimos, lo que no quiere decir que no estuvieran allí. Hasta entonces, siempre que veía cualquier documental de ánimales cazando en la sabana africana, siempre me preguntaba como podía haber animales tan tontos o tan ciegos como las cebras, gacelas y
Hipopotamo PigmeoHipopotamo PigmeoHipopotamo Pigmeo

Son asiaticos, pero se los regalaron a alguien y aqui los trajeron
demás bistecs en potencia: los leones, leopardos, guepardos y demás cazadores ¡estaban a un palmo de sus narices y no eran capaces de verlos! Me trago la historia de ponerse contra el viento para que no arrastre el olor y se delaten, pero yo pensaba que es que los pobres debían ver menos que un gato en lejía.

Pues no. Tuvimos la ocasión de entender por qué las pobres cebritas no les ven. En la tele no se nota, pero puedo garantizar que estas viendo a un león delante de tus narices y desaparece como por arte de magia oculto entre las hierbas amarillas que le camuflan completa y perfectamente. Sabes que está ahí porque lo estabas viendo dos segundos antes, pero no se le ve. Ahora entiendo a sus pobres víctimas y comprendo que no eran ni tan ciegas ni tan tontas.

En Mara organizan unos matutinos vuelos en globo por la Reserva que debe ser como ir al Paraíso, pero no pudimos encontrar a nadie de los que lo organizaba, así que con nos conformamos con verlo todo desde tierra. Yo particularmente no me veía subida en una cesta que se parecía bastante a la papelera de la habitación de Lema y volando como Mary Poppins pero sin paraguas.

Volvimos a casa afortunadamente y digo bien, porque a los cinco minutos de estar sentados en el avión aparecieron dos señoras gordas a las que parece que les habían dado los mismos números de asiento que a nosotros. Ellas les quitaron el sitio a los de delante y así sucesivamente, hasta que el último en llegar se quedó en Nairobi. Cosas de África.

Yo creo que no hay ni un solo día que por un motivo o por otro no me acuerde de aquel viaje a Kenia. Cuando volvíamos les decía a los niños que cuando fueran mayores y se fueran de casa me iría a vivir a Samburu para poder mirar el río y escuchar lo que le quedó por decirme.


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Lake Nakuru National ParkLake Nakuru National Park
Lake Nakuru National Park

El lago visto desde arriba
Maasai Mara Game ReserveMaasai Mara Game Reserve
Maasai Mara Game Reserve

Globos al amanecer


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