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Published: January 13th 2010
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Loreto, B.C.S., a 13 de enero del 2009.
Saludos a toda la family.
Ahí les mando una fotos de Comala, Colima, "pueblo mágico" de la SECTUR, para tratar se ponerme al corriente en cuanto a los lugares visitados. Si el nombre de Comala les resulta familiar, es porque es homónimo del pueblo del famoso cacique Pédro Páramo, protagonista de la novela escrita por Juan Rulfo (que, por cierto, es considerada la novela mexicana más importante del siglo XX). Según explica una placa en el centro del pueblo, el escritor conoció el pueblo desde niño, porque su tío fue párroco del lugar durante 20 años. También, si el nombre se les hace parecido a "comal" de tortillas, es precisamente porque se supone que aquí fabricaban comales (pero el nombre viene del náhuatl, no del español).
Comala tiene 8 mil habitantes, se localiza a 15 minutos de la ciudad de Colima y es conocida como el "pueblo blanco", porque todos los edificios de su centro histórico están pintados de blanco. Entre las tradiciones del pueblo destaca la triple combinación ponche-café-pan, ya que aquí es región cafetalera, elaboran pan tradicional famoso en la región y elaboran un ponche
o bebida alcohólica de varios sabores, como tamarindo, granada, guayaba, jamaica, etc., etc. En el pueblo hay varios establecimientos que venden la botellas del famoso ponche, cada uno de los cuales presume la marca de la casa y lo promociona como el mejor ponche de Comala; al igual que en anteriores ocasiones, me pasé lamentando la imposibilidad para llevarme en mi equipaje varias botellas de los espirituosos y dulces líquidos, así que me conformé con echarme un ponche de "Passiflora".
Llegué al pueblo la mañana del último domingo de noviembre, y tenían fiesta. La carretera hacia allá estaba saturada de vehículos cuyos pasajeros pretendían ingresar al pueblo para ser partícipes de las celebraciones, así que había una fila larga larga larga larga, que, si llegaba a avanzar, lo hacía a paso de tortuga reumática. Después de casi media hora, los pasajeros del camión optamos por seguir el camino a pie. Afortunadamente no estaba muy lejos de donde estabamos atorados y no hacia mucho calor. Ya cuando estábamos algo cerca, nos alcanzó el camión y todos para arriba de nuevo, a recorrer los últimos metros.
En el centro del pueblo parecía que la mitad de Colima estaba ahí reunida.
Al rato empezó el desfile tradicional, y yo me escurrí entre el público para hacerme de un buen lugar haciendo equilibrio en una jardinera. Para deleite de la vista, casi al principio venían dos adelitas montando a caballo, orgullosa muestra de la belleza colimense, una portaba un estandarte de la Virgen de Guadalupe y la otra el Escudo de Armas del Municipio. Y vaya que iban en su papel, porque confirmaron mi sospecha de que las muchachas bonitas tienen algo en los genes o algún sexto sentido que las hace especializarse en la detección de cámaras fotográficas y espejos, así que en cuanto se aproximaban a mi posición, de inmediato detectaron mi labor fotográfica en medio del gentío, detuvieron la marcha de los equinos y adoptaron una postura perfecta, acompañada de sonrisa y mirada apta para derretir corazones masculinos. Yo, en una torpeza inusual, tuve dificultades iniciales con la cámara para captar la belleza de la imagen, a lo cual ellas pacientemente esperaron, controlaron a la perfección sus cabalgaduras, conservaron firmemente su postura y mantuvieron la excelencia de sus miradas y sonrisas. Una vez conservada la imagen para la posteridad (y para este reporte), les agradecí de viva voz su
espontánea colaboración, tras lo cual prosiguieron con su camino. El único negrito en el arroz fue el colado mitotero de la foto, pero ni modo de tirarlo de la jardinera; hasta ahorita el título de la foto sería "Un bestia y dos bellas", pero para eso se inventó el photoshop, así que ya habrá tiempo para quitar al bestia y dejar solitas a las bellas.
El desfile continuó con personas disfrazadas de monstruos de halloween, danzantes vestidos a la usanza indígena, 2 burros, 2 monos grandotes, varios carros alegóricos con niños y otros haciendo alusión a las tradiciones del pueblo (ponche, pan y café), varios camiones con banda o conjunto musical, 2 edecanes que aventaban baterías de juguete y, por último, jinetes a caballos, muchos caballos.
Ya cuando se acabó el mitote, me di a la tarea de recorrer el pueblo y probar el ponche, tras lo cual regresé a Colima.
Así que ya lo saben: Comala existe no sólo en las páginas de Pedro Páramo, sino en la realidad y se localiza en Colima. Vale la pena visitarlo y, si así lo hacen, aprovechen para tomarse un ponche a mi salud.
Saludos y pásenla bien.
Omar Velásquez Manzo.
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francisco
non-member comment
hola
HOla megustaria ver mas afondo las fiestas de comala 2009