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Published: December 13th 2006
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Hola de nuevo amig@s!!!
Después de unos días de descuido y pereza regresamos al culebrón!!
Dejamos nuestro pequeño paraíso a nuestras espaldas y emprendimos ruta hacia la profunda selva amazónica. Entre medio habían 200 kilómetros de separación o mejor, seamos realistas, 16 horas de „chicken-bus“....
Tantas horas dan para mucho: dormir, leer, conversar con el vecino, disfrutar del paisaje y todas esas cosas que nos parece que podemos hacer mientras viajamos. Pero cuando las 16 horas son mayoritariamente nocturnas, poco paisaje se disfruta; cuando tus asientos son los de la última fila ( y por lo tanto NO reclinables), poco puedes dormir; cuando en lugar de 5 personas en esta última fila hay 7, lo que si puedes hacer es conversar (boca a boca); pero no se crean que mucho, ya que la nube de polvo que inunda el bus hace que a las 5 palabras se te sequen las cuerdas vocales.
Dos pastillas me tomé yo para dormir, y ni un guiño....
Lo único positivo del viaje fue el poder conocer a Sharon (suministradora de somníferos) y a Jack, una pareja de australinos maravillosos (aunque ellos tuviesen asientos reclinables....)
Con ellos hemos compartido un buen tramo
del viaje: adoran el champagne y la buena comida.... son buena gente.
Llegamos a Rurenabaque, punto de partida para las excursiones a la selva. Sinceramente, necesitábamos una ducha y una cama, así que no anduvimos con tonterías: buen hotel con baño privado, ventilador y cama ancha.
Contratamos un tour de 3días / 2 noches en la selva. Se trataba de dormir en un campamento base situado a unas 4 horas río arriba y a partir de allí realizar diversas incursiones en la espesor amazónica. Nuestro grupo estaba compuesto por 5 personas: Misti y Brian ( pareja de norteamericanos muy buena gente), Richard ( un irlandés loco, loco, como me reí con él…..) y nosotros dos. Disponíamos de un guía y de una cocinera.
El primer día lo invertimos en remontar el río, instalarnos en el campamento y hacer un a pequeña excursión de 2 horas por los alrededores. Los paisajes al remontar el río son de ensueño. La pequeña excursión nos sirvió para darnos cuenta que la selva estaba plagada de mosquitos asesinos y otras hierbas.
El segundo día nos atendía una excursión de 6 horas. Esperábamos ver algunos jabalíes, monos, e incluso algún puma. La
verdad es que solo vimos una tarántula y fuimos atacados por un pelotón de avispas…. Esto de las avispas fue acojonante ya que estábamos caminando en fila india y Sylvie y yo íbamos los últimos. En primer y segundo lugar estaban el guía y Brian, el americano. Este ultimo pisó donde no debía y de repente las avispas se le tiraron encima. Yo solo vi. como todo el mundo corría en todas direcciones desesperadamente, así que yo también empecé a correr saltando matorrales y plantas y pensando que nos perseguía un puma!!! Veía que Sylvie corría en otra dirección juntamente con los otros miembros del grupo. Creo que nunca corrí de esta manera, para salvar mi pellejo… Cuando me enteré que se trataba de avispas le quité importancia al asunto, pero el guía nos explicó casos de muertos por las picaduras de unas cuantas de estas avispas. Desafortunadamente, no hubo tiempo para fotos….
Después de la descarga de adrenalina, regresamos al campamento. Allí tuvimos mas tiempo para conocernos con el resto del grupo. La verdad es que Misty, Brian y Richard eran unas bellísimas personas. Mas tarde también coincidimos con ellos en otros destinos y disfrutamos mucho!´
Por
la noche, el guía nos propuso de tomar las linternas y adentrarnos a la selva para poder avistar caimanes. Conseguimos ver, mediante el reflejo de las linternas en los ojos, a un ejemplar. Brian dijo haber visto también la sombra de un “gato grande”, el guía confirmó que se trataba de un puma….. A parte de esto, resulta impresionante el conjunto de ruidos nocturnos que emana la selva de noche. Será algo que no olvidaremos.
El tercer y último día contemplaba atravesar un ancho río para llegar hasta una zona llena de papagayos. Pensábamos nosotros que emplearíamos las canoas par cruzar el rió. Nos sorprendieron las ordenes del guía: -Preparen los bañadores, sandalias de agua y un bolsa de plástico para que no se moje la ropa. Teníamos que cruzar a nado!!! La anchura era considerable, tres tramos de unos 15 metros cada uno, y la corriente, la ostia!
Nuestro guía disponía de una neumático de rueda de coche como flotador. Los planes eran entregar todas nuestras pertinencias a este y el cruzar el río sentado en el flotador sosteniendo todos los equipajes. El resto debíamos cruzar nadando. El agua parecía chocolate y la orilla, llena de piedras que
penetraban en la planta de los pies. Empezamos a nadar y de repente no encuentras el fondo con el pié. Te acojonas… Pero lo peor viene cuando te das cuenta que tu punto destino ya no está donde tu creías, sino unas cuantas decenas de metros a tu izquierda. Maldita corriente!! Mas te acojonas aún!!! Miré a mi derecha y Sylvie estaba como a unos 30 metros río a bajo, y el guía detrás suyo en funciones de salvavidas….. La rescató, afortunadamente… Al llegar al segundo tramo, el guía consideró que quién tenia que ir encima del flotador era Sylvie, conjuntamente con el equipaje. Yo me encargaría de acompañarla y conducirla hasta la otra orilla desde cerca. La verdad es que no resultaba fácil luchar contra la corriente para guiar el flotador con Sylvie y el equipaje encima. A veces creía que se hundía todo…Finalmente y en el tercer tramo, aprendimos a relajarnos y cruzamos tranquilamente aunque algo fatigados por los nervios de los dos tramos anteriores.
Llegamos al lugar de los papagayos. Precioso!! El espectáculo multicolor de estas aves y las vista de toda la selva valieron la pena ( o eso creemos ahora….)
Pero, no se
vayan todavía, aún hay más: De repente empezó a DILUVIAR!!!! Inútilmente esperamos bajo unas hojas a que parara, pero, como dicen en catalán “qui es fica devall fulla, dues vegades es mulla” Ante la persistencia de la lluvia decidimos cruzar los tres tramos, total, ya estábamos totalmente empapados. El procedimiento fue el mismo La “Queen” (así fue como la bautizó Richard, el irlandés) en el flotador: “-Here comes de Queen” gritaba el loco. Yo me quería reír pero la fatiga y el miedo no me dejaban….
Los tres tramos los pasamos sin mayor dificultad, tan solo a 2 metros de la última orilla la Queen volcó todo el equipaje…. Por un momento pensamos que habíamos perdido todo: botas, ropa, gafas, cámaras de fotos… pero el reflejo de todos consiguió atrapar todas las bolsas de dentro del agua…..menos mal.
De regreso al campamento, sopita caliente y de vuelta hacia la civilización.
Quedamos con el conjunto del grupo de vernos para cenar y tomar algo juntos. Así lo hicimos: unas cervezas, unas pizzas y muchas risas en el Mosquito’s Bar nos hicieron endulzar el amargo recuerdo de las últimas horas en el río Beni…
Ah! se me olvidava:
Hablando entre mujeres...
Sylvie hablando de Albert a Misty en el Mosquito's Bar no nos fuimos solos de la selva. Unos parasitos llamados "garrapatas" nos acompañaron clandestinamente durante unos dias. Cuando su tamaño fue considerable las descubrimos en nuestras ingles. Existen fotos pero Sylvie no me deja publicarlas...
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Javier
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Robinsones
La Queen y el King deben de escribir un libro con todas sus aventuras. La verdad es que es apasionante...