5-6/01/2014 Uspallata - PN El Leoncito - Uspallata


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January 8th 2014
Published: January 8th 2014
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Esta fue mi primera excursión del viaje. Acabábamos de llegar a Uspallata (1900msnm) desde Uruguay y decidimos hacer una excursión de aclimatación a la altura y a la bicicleta. La excursión nos servía como aclimatación pero también para pasar dos días y poder ver así el Rally Dakar, que empezaba etapa desde Uspallata el día 7 de enero. En el hostal en el que nos alojabamos nos recomendaron esta ruta hasta el PN El Leoncito, donde hay una laguna seca en medio de un valle desértico y debía de generar un paisaje bastante bonito con los Andes de fondo. Ahí nos dijeron que había un camping donde poder acampar así que el plan cuadraba bastante bien. La Pampa del Leoncito, como llaman en la zona a la zona de la laguna seca, estaba a unos 80 km de Uspallata, según nos dijeron.



Salimos por la mañana, era mi primer día con la bicicleta y la verdad es que estaba un poco nervioso por ver cómo me iba a encontrar físicamente, además, nunca había pedaleado con tanto peso sobre la bicicleta (30kg aprox). Al poco de salir, entramos en un camino sin asfaltar que cruzaba el desierto. Supuestamente era un "tramito" (como nos describieron la longitud de ese camino, pero acabaron siendo 40 km de camino sin asfaltar bastante duros, lo primero, porque había un continuo desnivel hasta 2360msnm, y por otro lado, porque todavía mi cuerpo no estaba aclimatado a la altura. A eso se le sumó un calor de aprox. 40º C, un sol abrasador, y que el agua que llevabamos se calentaba demasiado deprisa. Te das cuenta de que el desierto no es un buen lugar para quedarse tirado con una bicicleta. En algún tramo, como la semana anterior había habido creciente, tuvimos que echar el pié a tierra y empujar porque las ruedas se quedaban encalladas en el camino.



Pasado la mitad del camino, Una familia de lugareños se paró a darnos agua fresca. Les debimos de dar un poco de pena, porque se bajaron todos a conocernos y saber adónde nos dirigíamos. La verdad es que aquel gesto se agradeció mucho e incluso la mujer nos ofreció un espacio al final de la casa para dormir. Ellos eran de Barreal, y buena gente.



Por fin salimos de aquel camino y encontramos asfalto, una bajada gloriosa hasta la pampa, un paisaje espectacular. Una vez llegado ahí la verdad es que nos pareció que la laguna seca no era para tanto, pero nuestra verdadera preocupación era saber dónde estaba el camping, habíamos recorrido 90 km bajo un sol abrasador y estábamos cansados. Teníamos dos opciones en medio del desierto, una hacia arriba, hacia una zona de observatorios, que quedaban a lo alto del valle, y otra hacia abajo, hacia Barreal, el pueblo más cercano, a unos 35km. Tomamos la opción de subir, con la esperanza de que el camping estuviera en la parte baja de aquella subida recta y kilométrica.



Al final de la recta de subida de unos 7 km, tuvimos dos noticias, una buena y otra mala, la buena es que el camping existía y estaba ahí. La mala, que estaba a otros 7km de subida empinada. Ahí mi moral se vino abajo y me pareció una subida insalvable en mi día de aclimatación. Le dije a Oihan que tirara a su ritmo y a mí me costó subir lo que nunca había sufrido antes. Poco a poco la carretera entraba en una zona protegida del Parque que tenía árboles mediante un sistema de acequias y en general el paisaje cambiaba bastante. Finalmente, llegué a la altura del guardabosques, a sólo 1,5 km del camping y por suerte el guardabosques me llevó hasta arriba del todo.



El parque estaba muy bien, tiene pumas y varios observatorios astronómicos. Por la noche estuvimos de visita en uno de ellos viendo con un telescopio la Luna, Júpiter, Orión, varias nebulosas, galaxias, y algunas estrellas más.



Hicimos noche en el parque y a la mañana siguiente bajamos lo subido el día anterior, recorrimos unos 50 km de desierto de vuelta y la verdad es que mis posaderas empezaron a pasar factura, un dolor que nunca había tenido antes. Supongo que es parte de la aclimatación a la bicicleta. Lo peor vino cuando entramos en la zona del camino de nuevo y ahí sí empecé a notar la falta de costumbre al sillín de la bicicleta. Ahí, cuando llegamos a la zona más complicada, decidimos que era momento de pasar al plan B e hicimos parar a un camión que pasaba por ahí cargado de ajos. Al principio al conductor no le convenció, pero acabamos subiendo las alforjas y las bicicletas a los contenedores llenos de montañas de ajo. Como en la cabina solo había sitio para uno, Oihan, que ya estaba arriba, viajó subido en un montaña de ajo. Yo fui con el camionero charlando. Así acabó la excursión al Leoncito, con final feliz y con un par de ajos en los bolsillos de Oihan.

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