Tailandia. Parte 2 de 2. Día 344. Vuelta al mundo. Round the world trip.


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April 6th 2006
Published: October 15th 2006
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Echale mi negra!Echale mi negra!Echale mi negra!

En el mercado de los domingos de Chiang Mai
Esta es la segunda parte. Quieres empezar por la primera?

This is the second part. Do you want to begin by the first part?


DÍA 322. 14 DE MARZO DE 2006. CHIANG MAI, TAILANDIA: COINCIDENCIAS



Demonios, cada día estoy peor. Lucie no supo lo que decía cuando dijo que ella me iba a cuidar. Los matadolores que me dio el médico ya no sirven y Silke, de quien hablaré más adelante, me regaló los Tylenol con codeína que le recetaron en el hospital. Como no dormí, caí rendido a mediodía y falté a mi cita con el doctor. Silke va esta noche y aprovecharé.

Julie's Guest House parece un sanatorio en estos días, ¡a todo el mundo le falla algo!: a Silke la mordieron unos perros, a Andy una tai loca le dio tres patadones (¡tres!, pero qué burro) ahí donde ya sabes, Maria la bávara se insoló y deshidrató, Marko tuvo fiebre, Lucie perdió la voz la semana pasada, en fin, somos como nueve. Buen negocio haría la administración si pusiera una clínica para sus huéspedes.

Conocimos a Silke la semana pasada. Lucie y yo queríamos cenar en Julie's, no había mesa, nos sentamos
En el rostro esta el detalleEn el rostro esta el detalleEn el rostro esta el detalle

En el mercado de los domingos de Chiang Mai
donde estaba esta alemanita sola y empezamos a platicar. Un chico se acercó a decirme que había encontrado en el norte a un australiano que tenía imágenes mías en su cámara. Poco antes, Marie y TC se habían conocido en la frontera con Laos y ella me descubrió igual, en las fotos de la cámara de él. Llamaron, en la pantalla del teléfono vi quién era, al contestar dije "Ciao, Marie!", y la voz ronca de TC sonó: "Témoris, ¿qué estás haciendo?"

Ya entrados en el tema de las coincidencias, Silke le dijo a Lucie: "¿De casualidad no estabas en Centroamérica en 2001?" Pues sí, en Honduras. Ataron cabos y descubrieron que habían estado juntas en Honduras, donde habían compartido varias experiencias. ¡Vaya reencuentro!

Entonces me acordé de otras coincidencias que les contaré ahora.

Una de ellas es de este viaje: en septiembre, en un bar de Kenya, me invitaron a una mesa donde, al acercarme, se levantó un rubio alto que soltó: "¡Témoris! ¿Qué haces aquí?" Se trataba de Brian, el hermano de Allan, un amigo estadounidense que vive hace casi 20 años en España y con el que solía salir en Madrid (más Javi, Nini
La linea fielLa linea fielLa linea fiel

En el mercado de los domingos de Chiang Mai
y Juanfe, el Chino y Domi).

Ésta es más rara: en 2002, fui a vivir dos meses en Buenos Aires. Desde México, alguien me avisó que Cecilia González, una amiga periodista con la que cubrí la campaña de Cárdenas en 2000, estaba allá, que la buscara. Al mismo tiempo, Marko y Bane, dos amigos de Belgrado, me dijeron que una serbia amiga de ellos vivía allí también, que le escribiera. Las dos respondieron muy buena onda y me pasaron sus números de teléfono: ¡el mismo!, ¡compartían el departamento! Así que todo fácil, las vi a las dos juntas.

Un año después, visité a mi amigo Edu en Bolonia. Por la calle vi un anuncio de un concierto de Vrooom, la banda de rock de Marko y Bane. Demonios, había sido la noche anterior. Me hubiera encantado verlos. Edu me llevó a un departamento en el número 9 de la calle Zamboni, donde vivían (ya tronó) un grupo de chavos muy activos en asuntos políticos y culturales. Comenté lo de Vrooom. "Se acaban de ir", dijeron. "Aquí pasaron la noche".

DÍA 323. CHIANG MAI, TAILANDIA: UNA APASIONANTE VIDA DE MUJER



Mi visita de anoche al hospital no sirvió para nada. La médica de turno no tenía facultades ni para decirme por qué estoy empeorando --a pesar de que los dolores son muy evidentes-- y sólo me dio más medicamentos. Hasta mañana podré ver al doctor, y estoy que me muero, ¡no lo puedo creer! Se supone que el músculo debería mejorar, pero empeora. Algo falla con el diagnóstico. Mañana haré un mitin en el hospital, me voy a plantar ahí a corear: "Laos, Tailandia y Vietnam; Laos, Tailandia y Vietnam; ¡cúrenme, chinos del mal!"

(Ejem... del mal, se entiende que hablo de mi aflicción, no de los chinos, ¿verdad?... aunque una coma ayudaría... va, pues: "¡Cúrenme, chinos, del mal!")

Lo único bueno es la compañía de Lucie: ¡qué mujer más interesante!, y qué buena onda, muy buen sentido del humor y muy solidaria. Ha hecho de todo: de adolescente fue modelo, hizo una carrera en logística empresarial, se dedicó a vender para una multinacional canadiense y llegó a altas posiciones, hizo mucho dinero y se entregó a viajar, se enamoró de la biología y desde hace seis años vive de estudiar aves. Es budista, practica la meditación y conoce México muy bien, además de otras zonas de América Latina.

Y como viajera se ha metido en todos lados. A mí me fascina porque cuando era chico leí novelas de Jack London sobre Alaska y el Yukón, y Lucie tiene muchas historias sobre aquellas zonas. Cuando me cuenta de Anchorage y Fairbanks, de los ríos Yukón y Makenzie, de las estepas heladas y los peligrosos rápidos, en mi mente se activan los recuerdos de esos lugares que nunca he visto pero tanto soñé. Algún día iré.

Buena parte de estas aventuras las hizo sola, transportándose de aventón (autostop). Una de esas veces, en Alaska, se quedó a dormir en la tienda de campaña en un lugar muy apartado. Al día siguiente esperó mucho a que pasara alguien. Por fin llegaron en una camioneta tres tipos con todo el estereotipo montañés: enormes, gordos, con barbas largas y enormes chamarras. Ella notó que dudaban, pero al final la subieron. Se hicieron amigos, la llevaron hasta donde iba y cuando se iba a bajar, uno de ellos confesó que al principio habían tenido miedo: ¿qué hacía esa chica sola en medio del bosque? Lucie, una rubia delgadita y alta, se rio: "¿Es que no se han visto en el espejo?" Los tipos se carcajearon, "No lo habíamos visto así", la invitaron a casa de uno de ellos porque tenían cuatro filetes "y nosotros somos tres, nos vamos a pelear por el cuarto", Lucie jura que fue el más sabroso que ha comido en su vida, y después la llevaron al hotel que ella indicó, de donde no se fueron hasta que les indicó que ya estaba adentro y a salvo.

Otras historias tienen que ver con la Checoslovaquia comunista en la que nació, con su emigración a Canadá cuando niña y el cambio rotundo en su vida, de las oportunidades que no habría tenido de haberse quedado allá, de sus visitas a la romántica Praga y a su abuela. Y de la exitosa integración étnica que hay en Vancouver, donde las parejas de distintas razas son lo más normal: "Tuve que ir a otros países para descubrir que allá no lo veían igual, que existían el racismo y la discriminación por el color de tu piel". Entre esos países, por supuesto, están México y los latinoamericanos.

Este verano se va por tres meses a Southampton, una isla que está en la boca de la bahía de Hudson, en el norte de Canadá, dentro del Círculo Polar Ártico. Va a trabajar con nidos y el peligro ahí no es la contaminación, el tráfico ni los ladrones, sino los ataques de los osos polares. ¡Ja!, qué buena aventura.

Con ella confirmé que hay carreras que en todos lados son difíciles, incluidas las naciones industrializadas. En palabras de Lucie, la gente entra en biología porque quiere hacer trabajo de campo, ir a ver a los animales donde viven. El problema es que, en Canadá, debido al frío, casi todos los proyectos se realizan en la breve temporada de verano, que dura de dos y medio a tres meses. En el resto del año es difícil tener trabajo pagado. Y si uno quiere ir a paraísos de la observación, como México y Costa Rica --que funcionan todo el año--, tiene que pagar por trabajar: uno aplica para el proyecto y, si es aceptado, tiene que cubrir cuotas por alimentación y hospedaje --unos 50 usd diarios--, además del transporte.

El resultado es que los biólogos, en su mayoría, abandonan el trabajo de campo antes de los 35 años y se van a encerrar con sus frustraciones en cubículos de universidades y ONG, pues adquieren responsabilidades familiares y la plata no les alcanza. A Lucie le va bien porque ella, a diferencia de casi todo el mundo, echó a andar con éxito la maquinita de dinero cuando tenía 22 años y cuando la apagó, a los 25, tenía suficiente para hacer lo que se le antojara.

Le he dicho que me cuente entre sus principales fans. Ella no ve por qué. Con frecuencia, en nuestras discusiones, tengo que recordarle que soy mexicano y que crecí en un marco social muy distinto del suyo, que si para ella lo más normal es que una mujer sea independiente y emprenda proyectos propios, yo lo veo como algo que existe en México, pero limitado a un sector reducido de nuestra población femenina, que sigue constreñida por el machismo, los prejuicios y la falta de confianza en las propias capacidades.

Entonces ella lo entiende. Qué bello será México el día en que nos deshagamos de nuestras deficiencias, del machismo, el racismo y tantas otras. ¡Cuánto nos falta!

DÍA 324. CHIANG MAI, TAILANDIA: DIARIO DEL HOSPITAL. JUEVES



¡Diablos y chamucos! Uno de los días más duros de mi vida. Volví a amanecer agotado, adolorido y sin dormir. Dispuesto a marchar sobre el hospital y hacer huelga de hambre coreando mi porra hasta conseguir que me curen. Hacerlos moverse fue mucho más sencillo de lo que imaginé y pronto estaba tratando de detenerlos.

El doctor Taratorn dijo que ordenaría que me hicieran un ultrasonido. Como había comido poco tiempo atrás, debía aguardar unas tres horas. Estaba muy dispuesto a hacerlo en la sala de espera, qué más da, pero el médico habló de más exámenes y pronto estaba en electronoséqué, después en rayos X y más tarde me subieron al décimo piso para entrar en... ¿en un cuarto privado?, ¿qué hago aquí?, y la enfermera ya había traído una bolsa de fluido y un catéter, y esta bolsa no te la metes en las venas en menos de ocho horas y... ¡Stop! Yo vine aquí por el ultrasonido, que me den otras medicinas y me voy, ¿qué ocho horas?, ¿cuánto cuesta la habitación?, salí de ahí, la jefa de enfermeras me interceptó, discusión con el doctor por teléfono, vale, ultrasonido y me voy, nada de cuarto privado...

Uy sí.

Bad news, pal. El médico del ultrasonido se puso pálido cuando descubrió el boquete. Me miró con miedo. "Estás muy mal". ¿Qué tan mal? "Parece que tienes un tumor en el hígado. Tendrás que regresar a tu país de inmediato y... bueno, lo mejor será que hables con tu médico"...

Uf.

Uf.

Otra vez uf.

Me senté a esperar. Bueno, el viaje se acabó. ¿Y lo demás? ¿Cómo lo vas a enfrentar, colega? Tal vez deba quedarme en Tailandia, mucha gente viene de todo el mundo a tratarse porque sus servicios médicos son buenos y baratos. México es varias veces más caro. El caso es que hago mucha bulla con el VIH, pero soy un ignorante en cáncer. Unos se curan, otros no. ¿El de hígado? ¡Qué mal, no sé, pero suena muy mal! ¿Sirve la quimioterapia? ¿Perderé el cabello? ¿Será muy dolorosa? ¿Estaré a tiempo para revertir la enfermedad? ¿Y si no? Ahora sí, chato, ¿qué actitud vas a tomar, cómo lo vas a enfrentar?

Entré con el Dr. Taratorn y dijo que otra posibilidad es un absceso en el hígado a causa de una infección, pero que es poco probable, ya que no he tenido fiebre y ésa es la reacción que tiene el cuerpo. Con el tumor no hay fiebre.

Sea lo que sea, esta noche duermo aquí. Acepté el cuarto, pero a pesar de todo pude conseguir uno 40%!m(MISSING)ás barato, "sólo para gente tai". La diferencia es que el televisor tiene menos canales, sólo en lenguas tai y china. No me importa mucho.

DÍA 325. CHIANG MAI, TAILANDIA: DIARIO DEL HOSPITAL. VIERNES



Ayer, antes de dormir, recibí visitas. Un poco de sorpresa, ya que esperaba que llamaran por teléfono antes, pero ¡qué gusto! Lucie y Silke fueron durante el día a un pueblo cercano y al regresar descubrieron que ahora vivo aquí. Doble sorpresa, con ellas venía TC, quien debía estar con Marko y Andy en Pai, pero regresó antes de tiempo. A pesar del dolor, fue agradable final para ese día terrible. Y buen preludio para otro, también muy duro, pero de mucho mejor color.

Casi no dormí. Las enfermeras que me tienen súperenchufado a las botellas de alimento y antibióticos se fueron a las 23:30, regresaron a la una, me detectaron calentura (¡vieeeeentos!, ¡signo de infección!, no tumor), regresaron media hora después con pastillas, luego a las 4:00, 5:30 y 6:00 a tomar
Guapas taisGuapas taisGuapas tais

Y holandeses en celo
presión y temperatura, ¡jo, tías, que sólo es riesgo de cáncer!, y siguieron hasta que me enviaron a la tomografía y...

y...

y...

¡GOOOOOYA! ¡GOOOOOYA!

El mismo médico preocupado del ultrasonido me tuvo una hora dentro de la máquina, y vámonos pa'lante, y vámonos pa'trás, hasta que me sacó y comunicó con una sonrisa satisfecha que no, no hay tumor...

¡CACHÚN CACHÚN, RA RA!

...pero sí una infección bárbara cuyo origen hay que identificar, pues puede ser causada por bacterias o amibas...

Da igual: ¡CACHÚN CACHÚN, RA RA!

...y el procedimiento para identificar la causa es muy doloroso. Además, hay que operar.

¡Ups! Con eso no contaba. Lo mismo, en comparación con el tumor...

¡UNIVERSIDAAAD!

¡Y que ruja el puma, señores!

De regreso al mundo real, realmente doloroso fue todo. Uf, ¿pues cuántos pecados debo? 'Ta bien, tal vez sea mejor pagar al contado que a plazos, ¡de una vez! Y además, no hay de otra, así que ni discutas.

Me llevaron a una sala, el gastroenterólogo ubicó el lugar con ultrasonido, lo marcó con plumón, limpió la zona, sacó una mega-aguja bárbara súpergorda y me la clavó en la panza, justo debajo de la costilla. Dolió muchísimo, pero me pareció demasiado que dos enfermeras me estuvieran sujetando manos y pies. Con una jeringa panzona, el médico trató de absorber pero no salió nada.

A clavarla más profundo. ¡Oooooorh!, ¡qué dolor! Otra vez la jeringa y... ¡no sale nada! ¿Qué ocurre? Buscaron con el ultrasonido y sí, es el lugar, pero hace falta llegar más profundo, ¿maaás?, ¿es que está en la espalda?, ¿por qué no entraron por allí?, ¡shut up!, va de nuevo, y el gastroenterólogo apoyó su peso en el maldito taladro, que entró al doble de donde ya estaba, algo sonó a reventado, yo aullé y casi brinqué, para eso estaban las enfermeras, con gesto de horror me retenían en la tabla de tortura, me controlé, fue como encontrar la fuente de la eterna mugritud, la jeringa gorda se empezó a llenar de un líquido espeso amarillo desagradable nefasto lento que tardó siglos en llenarla mientras yo me perdía en ese maldito dolor que no me había dejado descansar en días y que ahora se multiplicaba el muy maldito. Por fin se llenó la jeringa, pero el médico pensó que podía limpiar más y trajo una nueva, no, no más, no te pases, cómo no, la ocupó hasta la mitad y dijo que era demasiado, uf, uf, por fin sacó el aparato miserable, ¡aaaah!

Y era mucho, mucho más lo que faltaba. Hubo un intermedio con una visita de TC, la segunda del día, tras la que me pasaron a cirugía, con el Dr. Senaratana Seree. ¡Qué cosa más tremenda es la anestesia! Me encueraron (era muy extraña la situación, con tantas personas orientales trabajando alrededor de mí y hablando sobre mi salud en una lengua incomprensible), me pusieron bajo una manta con un boquete sobre el hígado, me empezaron a pasar la anestesia, ¿qué sientes?, me está doliendo un po... Negro.

Negro.

Abro los ojos, ¿qué pasa? ¿Y la operación? Ya se acabó, me dijo una enfermera. ¿Cómo? ¿Ya fue? ¿Así de fácil? Sí, y me enviaron a mi cuarto. Llegué cotorreando con la enfermeras, mucha risa, estaba Lucie esperando, qué bien, yo muy lúcido y sólo minutos antes estaba fuera de este mundo, sin sueños.


DÍA 326. CHIANG MAI, TAILANDIA: DIARIO DEL HOSPITAL. SÁBADO



Pensé que podría convencer a los médicos de dejarme regresar a Julie's, con el compromiso de acudir todos los días para los cuidados necesarios. Ja, ja. Para empezar, las enfermeras tienen instrucciones de revisarme cada 15 minutos, tanto el aspecto superficial de las vendas como temperatura y presión arterial. Es lo de menos: el cirujano pasó a cambiarme la curación y pude ver cómo estoy: imaginaba que me habían abierto y cerrado un boquete reducido para drenar la pus, pero el corte en la piel es de casi diez centímetros; además, no me cerraron, sigo abierto: la infección no ha terminado, sigue produciendo pus que tiene que salir, así que tengo un tubo que conecta el hígado con el mundo exterior. Mientras no se acabe la infección, no me quitan el tubo y yo sigo aquí.

Estoy mucho mejor, de todas formas. Ya no vivo con esos dolores locos, ahora tengo unos más soportables y sobre todo, incomodidad por mi amigo el tubo, que presiona en la costilla. Y estoy completito, vivo y sin más preocupaciones que imaginar el cuentón.

Vino Lucie, un ratito, y antes TC, con su rara tristeza desconcertada. Lleva así más de una semana, desde que se rompió su breve romance con la bávara Maria. En 72 horas puso todo su corazón como un adolescente y se lo rompieron, como era previsible.

No fue ella: la apuesta loca de TC fue el resultado de un problema mayor, más profundo, de faltas y ausencias de mucho tiempo que encontraron en Maria, tal como le ocurrió hace unas semanas a la bella Malin con Kenny, un cauce inseguro pero abierto para desbordarse. Lo difícil es que TC las tenía bien amarradas y encajonadas. Las dejó escapar. Ahora andan sueltas, danzando burlonas a su alrededor, y a él le faltan energía y voluntad para atraparlas.

El día transcurrió entre periodos de sueño. Llamaron Andy y Marko desde Pai: se encontraron a Anabel, una amiga cubana, quien les avisó que estoy recluido aquí. Todavía no tengo fuerzas para hacer nada, apenas leí un poquitín. En la tele hay dos canales que programan pelis subtituladas, uno al chino, bastante viejas y malas, y otro al tai, malas y regulares. En éste último vi la historia de una boxeadora que recibe un mal golpe y va a dar al hospital paralizada del cuello para abajo. Órale, pues sí, hay mucha gente a la que le va peor que a
Ladron de bicicletasLadron de bicicletasLadron de bicicletas

El duenio del sitio de alquiler alucino que TC se habia desaparecido con la bici y lleno de anuncios la ciudad.
mí. Y otra es de un presentador de concursos de tele que mata al médico que le diagnosticó cáncer.

La negación. Eso me hizo pensar en la forma en que reaccioné cuando me dijeron que tenía un tumor en el hígado. No hubo negación. Me parece que tampoco fatalismo. En principio no lo podía creer, siempre me sentí tan sano, tan ajeno a cualquier diario de hospital (es la primera vez que ingreso en uno), tan joven, que la perspectiva de marcharme de aquí apenas mediando los treinta se me hacía inverosímil.

Aparté esos pensamientos, no obstante. Tenía que enfrentar la posible confirmación del diagnóstico y antes de eso quería definir una ruta de acción, que no me encontrara desprevenido, que la emoción no me llevara a tomar decisiones equivocadas. Evalué posibilidades, consideré alternativas y, por encima de todo, quise definir una actitud: por un lado, no me interesó para nada un lucha heroica en una batalla costosísima, dolorosísima y perdida de antemano contra el cáncer; por el otro, mientras pudiera vivir con dignidad y una marco razonable de movimiento, haría del buen humor mi sostén y de la creatividad mi bandera, aprovecharía el tiempo restante de la
Marko a escena!Marko a escena!Marko a escena!

Micaela en primer plano
mejor manera posible.

Claro que ése era un planteamiento preliminar, faltaba mucho por ver y la prueba de fuego nunca llegó, para mi buena fortuna. Y no todo es valor en esta historia. Si no hubo negación, sí existió apresuramiento. En la ignorancia de lo que realmente implicaba un diagnóstico de tumor en el hígado, adelanté escenarios sin información y tracé diagramas sin datos. No me estaba tirando a la lona antes de tiempo, pero sí me subí al ring sin que hubiera referee, público ni rival.

No soy la única persona que a veces imagina que tiene una especie de invisible benefactor que la ayuda y apoya. Si existe, el mío también quiere hacerme aprender y pertenece a la escuela que dice que la letra con sangre entra. Tal vez lo necesitaba, no sé, porque hay cosas que asimilo de inmediato, pero en otras soy muy necio. En todo caso, lección memorizada. Neta.

DÍA 327. CHIANG MAI, TAILANDIA: DIARIO DEL HOSPITAL. DOMINGO



Aunque hoy es día libre del cirujano, él tiene que visitar a sus pacientes. El Dr. Seree llegó acompañado de la misma enfermera, una chica cuidadosamente maquillada que semeja una muñequita de porcelana
Gran finalGran finalGran final

Micaela y Veronica, de Italia
china. No me parece más capaz, diligente o simpática que sus compañeras, lo que me hace preguntarme si también en Tailandia la belleza ayuda a subir de enfermera ayudante de piso a asistente de cirujano.

El buen señor me dijo que me desentubará sólo cuando desaparezca el flujo de pus. Antes, el médico internista, el Dr. Taratorn, llegó de buen humor a verme --como quien revisa una obra exitosa-- y comprobar que el dolor casi ha desaparecido. Es una verdadera molestia tener este tubo encajado bajo la costilla, no puedo toser ni tantito (por lo cual me cuido mucho de no pasar agua ni saliva por el lado equivocado, no sé cómo podría expulsar; y que no me visite nadie con tos) ni sonarme la nariz, pero esto no es nada comparado a los dolores con los que llegué.

Y esta mañana me desperté con un ánimo diferente. No sé si es porque acepto el hecho de que tengo que seguir aquí más tiempo y es mejor, ya que de esa forma protejo la continuidad del viaje, o simplemente porque todos tenemos una batería impulsiva que acumula energía y no está contenta si la amarran mucho tiempo. Cuando se fue el cirujano, me levanté, puse música (a Lucie se le ocurrió que la necesitaría, y tuvo razón), el soundtrack de Amèlie que le regalé a María.aca, y me senté en el sillón a escribir este post. Salvo una breve carta a Carlos, mi principal editor, éste es el primer texto que redacto desde que el dolor hizo crisis, hace una semana, así que lo que ustedes han leído en los días pasados, correspondientes a este período, está apenas por pasar de la memoria y las sensaciones a los bytes.

Me interrumpió Silke: abrió la puerta, no me vio en la cama pero escuchó la música, y por la habitación se esparció su voz, ligeramente grave, deliciosamente (no sé por qué) inquisitiva: "¿Témoris?" Pronuncia muy bien, pero sigue sonando un detallín en el acento que no identifico, es muy bonito y es muy Silke. Entró con su gran mochila verde a la espalda, una camiseta amarilla estrecha, sus pantalonzotes verde opaco y la cabellera castaña sujeta en cola. Luce preciosa. Pasó a despedirse: se marcha a Krabi, en el sur, la estrecha parte peninsular de Tailandia. Renunció a Laos por culpa de los perros que la atacaron, perdió una semana en visitas al hospital para evitar la rabia. Qué rabia me daría a mí, pero ella se lo toma muy bien. Es una chava fuerte. Un abrazo. Ciao, amiga. "Nos vemos en cinco años", sonrió. Se refería a su casual reencuentro con Lucie, después de haberse conocido en Honduras en 2001. Acaso así nos pasará también. No se lo dije, pero siento que nos veremos antes.

Llamó mi padre y después mi hermana y su mamá, Lupita. Mi jefe muy nervioso, sospechó algo grave y las cosas se agigantan con la distancia, ¿cómo ayudarme si estoy al otro lado del mundo? Pero estoy bien, no hace falta, sólo espero el descontón de la cuenta, que va a estar severo. Y tal vez estoy mejor aquí: Tailandia pasa por momentos muy complejos ahora, hay un conflicto muy polarizado entre el primer ministro y la oposición, que marcha por decenas de miles cada semana para pedir la renuncia del gobierno. La cosa está tan mal que abundan los rumores de que puede haber golpe de Estado y represión, como en 1973, 1976 y 1992, con saldos sangrientos en cada ocasión. De todos modos, si estuviera afuera, no dejaría pasar la oportunidad de ver el proceso de cerca.

Más tarde apareció TC. Se alegró de verme fuera de la cama, con música y escribiendo. No obstante, su estado de ánimo dista de ser tan positivo como el mío. Escuchamos "En el muelle de San Blas", la canción de Maná. A TC le gusta, recuerda sus tres solitarios meses del año pasado, en República Dominicana, cuando bebía en bares sin amigos. Me sabe amargo sentir la tristeza de este hombre fuerte.

Un rato después de que se fue TC, llegó Andy, con un gripón diabólico. Más tarde aparecieron Nelly y Marko, órale, ¡qué día más movido! Andy aprovechó para sumarse a nuestro Club del Hospital de los Huéspedes de Julie's y se fue a consulta, pero dejó su celular que no deja de sonar, en un cuarto de hora ha recibido como doce llamadas de distintos nombres que aparecen en la pantalla, es el príncipe de Chiang Mai.

Nelly trajo la guitarra de Marko y lo puso a tocar canciones mexicanas. Ayer le hicieron la fiesta de despedida a mi buen amigo alemán. Se acaba su etapa Chiang Mai. Como ya he contado, ellos dos se conocieron en un curso de español en Guadalajara, hace cinco años. "¿Dónde nos volveremos a ver en cinco años?", preguntó la francesa. Yo me guardé mi inquietud. Sí, ¿cuándo los volveré a ver? Juntos hacemos el Trío los Mexicanos, porque su español es como el mío.

Marko escogió su hora. Por el momento, yo perdí esa opción. Estoy atado a este lugar. Aunque me dejen salir del hospital, de ninguna manera me internaré en Laos y Camboya sin sentirme plenamente restablecido.

Yo me quedo a ver cómo nuestra familia termina de disolverse. Primero Brian, hoy Marko y en tres días, TC se marcha al sur. Después me llegará el turno a mí (si consigo salir del hospital) y se quedará solito Andy, que es el que peor lo lleva con las despedidas.

Por la tarde, para cerrar el día, vino Lucie, con su buena conversación, sus aventuras y su buen humor. Diablos, yo quería escribir y me pasé el día en socialitos. ¡Qué bien, ¿no?! Digo, para estar recién operado en el hospital en un país extraño, no está tan mal. Digo yo.

DÍA 329. CHIANG MAI, TAILANDIA: DIARIO DEL HOSPITAL. MARTES



¡Meeeeee vooooy! ¡Jaaaaaa jaaaaa! ¡Se acabó! Regreso a Julie's. No sólo liberado, sino en cierta forma también renovado. Contento, después de todo, con ánimo y fuerza para reemprender el camino y seguir con el proyecto: ¡faltan tantos países y tantas historias en esta aventura! Pronto, la memoria de estas dos semanas terribles se suavizará, el dolor quedará atrás y permanecerán las enseñanzas. El viajero no regresa a casa sólo con relatos de amistades y buenos momentos: las cicatrices también son la huella de lo aprendido. Y yo tengo una nueva en el vientre, la más larga y profunda de mi cuerpo, la memoria de un salto dado hacia adelante cuando mis pasos iban hacia atrás.

Sospechaba del fin de esta prisión dorada desde ayer, cuando la enfermera me anunció que había terminado la última botella de antibióticos de mi dosis. Temía que fueran demasiadas esperanzas, mucho wishful thinking (una útil expresión inglesa que describe un pensamiento influido por los propios deseos). Así se lo dije a los anigos que me visitaron ayer, TC a mediodía, Lucie y después Nelly, por la tarde. Ellos me vieron muy bien, móvil y animado, y también creyeron que ya era hora. A Lucie le sorprendió la velocidad de mi recuperación.

La madrugada estuvo movida: la noticia de mi hospitalización corrió por la familia y después lo hizo mi número tai de celular. Entre las dos y las seis llamaron, una tras otra, mis primas (¡felicidades por el bebé, Aure!) y mis tías.

Al amanecer estaba preocupado (las enfermeras que entraban y salían para tomarme la presión y pedirme la orden del desayuno me impidieron dormir después de las seis) porque las vendas muestran que sigo drenando pus por el tubo. Más tarde el cirujano, el Dr. Seree, dijo que lo retiraría de mi panza hasta la próxima semana, ¡noooo!, ¡muchos días más de prisión!, pero el internista, el Dr. Taratorn, dijo que el tratamiento podía seguir con pastillas por mi cuenta y que yo sólo tengo que venir a diario a que me limpien la herida, vámonos pa'fuera, ¡súper!

A pesar de mi entusiasmo, tengo que decir que todo esto pudo haberse resuelto mucho antes, acaso a tiempo para hacerlo con medicamentos y evitar la cirugía. Dos desafortunadas situaciones lo impidieron.

La primera fue la coincidencia de que el dolor en el vientre se parecía al que te da cuando haces un esfuerzo físico desacostumbrado y que inició la noche después de que jugué futbol como loco influido por el Red Bull. Esto me permitió atribuirle una causa errónea al problema, la menos grave, y no esforzarme más en encontrar la correcta.

La segunda es lo que se conoce en inglés como "lost in translation", o perdido al traducir. Desde el principio, el Dr. Taratorn me preguntó si entre los síntomas había tenido fiebre. Esto le habría permitido sospechar una causa bacteriana o amibiana, ya que el cuerpo responde con temperatura a la presencia de bichos raros, no a lesiones musculares. Pero yo le dije que no: en español, fiebre es una palabra fuerte que describe situaciones muy malas de 39 o 40 grados, y no creo haber tenido fiebre jamás. En inglés, no obstante, no hay una palabra como "calentura", y de ésas sí que había tenido. Habían sido leves y cuando me preguntaron por fiebre (o sea, cualquier incremento en mi temperatura), no las consideré meritorias ni me detuve a pensar en las sutilezas del lenguaje. En fin.

Todo este problema se debió a una infección causada por amibas. ¿Dónde y cuándo las adquirí? Quién sabe. ¿En India, en África... en México? El Dr. Seree hizo su especialización en EU y cuenta que los casos que le presentaban para estudiar siempre tenían origen en un viaje a México. Todo esto es mi culpa porque nunca me había tomado las amibas en serio a pesar de que varias veces había tenido diarreas, siempre leves.

Otro factor es que mi sistema inmune (las defensas del cuerpo) estaba debilitado y no pudo impedir la proliferación de estas malas amibitas. Por un lado, a causa de la mala alimentación: hace tiempo que me di cuenta de que los pantalones me empezaban a quedar grandes y que tuve que retroceder un hoyo en el cinturón. Por el otro, tanta buena vibra y tanta gente buena onda que conoces en Chiang Mai te mantiene en constantes visitas a los bares: el alcohol es un depresor del sistema inmune.

Les pregunté al cirujano y al Dr. Taratorn qué debía hacer en mi viaje para evitar una nueva infección. Los dos rieron cuando el Dr. Seree dijo: "No vayas a México".

(¡Libre para atestiguar el movimiento contra el primer ministro! Pero no se preocupen, no tengo ganas de volver a caer en el hospital, así que me cuidaré de las macanas. Y si hay golpe de Estado, me encierro en Julie's.)

DÍA 333. CHIANG MAI, TAILANDIA: DOS HOLANDESES EN CELO



El Dr. Seree está muy impresionado con mi recuperación. Ayer decidió que era tiempo de quitarme el tubo que conectaba el hígado con el exterior porque ya no había nada qué drenar: la infección se acabó. Yo pensaba que sería una pieza de unos cinco centímetros, ¡pero sacó como 15! ¿Todo eso tenía yo en la panza? De todos modos, ahora hace falta que cierre el hueco donde estaba el tubo y yo tengo que seguir viniendo a diario a que me limpien y cambien las vendas.

El cirujano me dio una copia de un artículo sobre lo que tuve, absceso amibiásico hepático, o sea, un enorme hoyo en el hígado causado por comer verduras sin hervir o pelar. Hay una máxima de los viajeros que dice: boil it, peel it or leave it (hiérvelo, pélalo o déjalo). Yo, por alguna razón indeterminada, como que me siento motivado para seguirla de manera más estricta.

Lo peor es que, según el texto, este mal tiene un índice de fatalidad de 40%!((MISSING)o sea, 4 de cada diez personas que la padecen se mueren). Ahora entiendo la actitud del Dr. Taratorn, quien el día que me internó en el hospital me dijo, alterado, que no me podía dejar ir porque me iba a morir en mi hostal. Lucie leyó en internet que las amibas son la segunda causa de muerte en el mundo, después de la malaria (no he podido confirmar el dato). Un par de veces, hace años, a mi padre le dio por ponernos a mis tíos, a mis hermanos y a mí en tratamiento anti-amibas. Tenía razón.

Además de todo, tengo que enfrentar los costos del chistecito: 2,000 dólares de hospital (en México hubiera salido varias veces más caro en un servicio similar) y dos semanas en las que no pude escribir mis artículos (por lo tanto, es dinero que dejé de ganar). Todo a cuenta de mi presupuesto de viaje, que empezaba a recuperarse pero recibió un buen golpe.

Claro está que lo importante es que me encuentro bien. Lo que el doctor ve como buena recuperación, yo lo siento como mucha energía, ganas de hacer cosas, de moverme. Martes, miércoles y jueves me aguanté, pero ayer
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Le dulce forma tai de invitarte a dejar de fumar
no pude más y me fui de bares con dos holandeses, Boris y Ruud. Nos la pasamos muy bien, conversando en un garito con música de salsa. ¡Bebí como periodista en reunión de trabajo! Una tras otra, cinco botellas, ¡cinco!, de agua mineral con gas. Los meseros se acercaban muertos de risa a decirme que me controlara, que no les gustaba tener borrachos por ahí.

Después fuimos a Heaven Beach, un lugar que me gusta mucho porque hay un banda de tais muy buena que toca rock y blues. Además, le caigo bien al líder, un guitarrista con mucho talento, de unos 50 años, que cuando llego toca las canciones que sabe que me gusta bailar: tres o cuatro de Santana, La Bamba, algo de reggae y de Clapton. Esta vez tenían un evento especial y apenas llegaba yo, la dueña, una tai muy guapa y simpática, me había puesto en el micrófono y convertido en conductor de un concurso de baile. ¡Qué lío! Había una pareja de dos chicas que a fuerza quería ganar, pero otro dúo, de hombres abndonados ahí mismo por sus novias, estaba bailando mejor y más atrevido, y además traía porra, la gente de Julie's, mi propio hostal. Yo no los conocía pero cuando los declaré ganadores, tras dos canciones de desempate, las muchachas me acusaron de parcialidad y fraude.

Entretanto, yo me moría de ganas de bailar. Hice un primer intento, me dolió algo cerca del hígado, ta'bueno, ya entendí, me voy a sentar, pero luego Mali, una suiza de Julie's, me puso a seguirla con pasitos simpáticos y acabé bailando un montón, aunque suavecito pa'no despertar al higadito.

Los holandeses, por su lado... ¡ay!, los holandeses... No había falda o blusita en la que no quisieran curiosear. Con bastante imprudencia, por cierto, resultaba embarazoso. Sin saber con quién hablaba, Ruud conoció a Oil, una tai amiga nuestra, súper simpática y muy guapa, que está a punto de casarse, y no tardó más de cinco minutos en proponerle tener sexo. Ella se sintió tratada como prostituta.

Hay un chico francés muy agradable de 20 años, Jeremy, que conocí antes de entrar al hospital. Se la pasaba hablando de su novia, de que llegaría pronto y cómo la admiraba. Cuando regresé, me la presentó: es de dar miedo, es raro ver mujeres así, con una proyección sensual enorme, súper sexy, algo salvaje, parecida a Brigitte Bardot. Y muy buena onda. Con mucha coquetería natural.

Ambos estaban en otro bar y ella fue a buscarme para que me les uniera. Me encontró con los holandeses, bailando "Oye cómo va", y se me puso enfrente, muy cerca, moviéndose al ritmo. Oh, diablos, ¿por qué me ponen estas pruebas? Me las arreglé para bailar marcando los límites hasta que se acabó la canción. Pero los holandeses, que en toda la noche no habían dejado de hablar de lo atractiva que es ella, no iban a desaprovechar la oportunidad y Boris, fanático de la salsa, pasó la mano por su cintura y véngase pa'cá, chiquita.

Al rato llegó Jeremy: vi cómo su rostro pasó de la preocupación al enojo: su novia lo había dejado en otro bar y ahora estaba bailando pegadita a otro tipo. En Francia, donde la gente nunca baila pegado, resulta mucho más comprometedor que en un país latino.

Hubo un pequeño lío ahí. Yo estaba atento porque, aunque los holandeses son muy pacíficos, miden 1.85 y 1.95 y hacen pesas, mientras que el buen Jeremy no llega al 1.65 y está muy flaco. No pasó a mayores y sólo me quedé con los ojos de desconcierto de su novia, que, estoy seguro, en ningún momento pensó que estaba haciendo algo malo. En principio, Jeremy me parecía muy ingenuo para una chica así, en la que sospechaba cierta malicia. Ahora pienso que ella misma no es consciente de su poderoso magnetismo, de cómo transforma los espacios eléctricos por donde pasa, ni de cómo controlarlo para evitar atraer los clavos locos que andan cerca, como estos holandeses en celo. Toda una fórmula para meterse en problemas.

DÍA 338. CHIANG MAI, TAILANDIA: SEXO, DILEMAS Y CULTURAS



1.- Amor del shopping

El tema del sexo en Tailandia es un problema complejo para el país. Por un lado, es una sociedad tradicional en donde se valora que la virginidad se conserve hasta el matrimonio. Por el otro, es uno de los grandes centros mundiales del turismo sexual y sus antros y burdeles están sobrepoblados de prostitutas. Por enmedio, conseguirse un novio farang (occidental) es la manera en que cientos de miles de chicas financian sus estudios o el paso a un mejor nivel de vida.

En Khao San road, una zona densamente turística de Bangkok, se ven situaciones grotescas. Hombres europeos de 50 a 80 años caminan por la calle con jovencitas tais de 18 (y menos). Por lo general, estos hombres tienen roja nariz de beodo y un aspecto que hace sospechar que en sus países nunca entraron en las listas de los físicamente atractivos, mientras que las muchachas son muy hermosas, con caritas infantiles. Por sus características étnicas, ellas suelen tener cuerpos de formas bonitas pero muy delgados, y de baja estatura (1.55, 1.50, 1.40 y menos), por lo que parecen mucho más jóvenes de lo que son, en tanto que los varones nórdicos sobrepasan fácilmente el 1.85 y en sus panzas podrían albergar varios barriles de cerveza, o a la nena con dos de sus amigas. El resultado es que la parejita que va de la mano parece la de una bestia antediluviana de 200 kilos con una dulce bella de doce años.

La relación puede tener un aspecto superficial sincero, pero es obviamente comercial, tanto por las tradiciones tais como por las actitudes occidentales. En un post anterior expliqué que la sociedad tai es muy jerárquica: los de abajo les deben respeto a los de arriba, los de arriba patrocinan a los de abajo. ¿Quiénes están abajo? Los más jóvenes, los estudiantes, los que tienen menos dinero, las mujeres. ¿Y arriba? Los mayores, los maestros, los que tienen plata y los hombres. Las chicas tais reúnen todos los calificativos de los de abajo y los viejos farangs los de arriba (excepto el de maestros). En consecuencia, de manera natural se espera que el farang se haga cargo de los gastos de la novia tai, que le haga regalos (y a los tais les fascina ir de shopping) y de paso también le dé algún apoyo a la familia. En esta cultura, el concepto del amor es diferente: no se demuestra con cariños y detalles, sino haciendo gastos.

A los farangs les sale barato. Muchos de ellos son plomeros o electricistas en Gran Bretaña, Suecia o Alemania, con sueldos de dos o tres mil euros mensuales, y envían cada día primero 300 euritos para mantener a la novia tai (con depa) a la que visitan dos veces por año, cargados de joyas. Saben que están comprando su amor. Están contentos así.

Hasta que algo falla. El farang se confundió y pensó que era amor incondicional, abandonó su gélido país, se fue a vivir a Tailandia, sus ingresos cayeron y la chica perdió interés. O a la tai, que sabe que su novio viene cada abril y octubre, le entró el sentido empresarial y decidió conseguirse ingresos extra con otros farangs que la visiten en febrero y agosto, y en junio y diciembre, ¿por qué no?

Entonces los farangs sufren y sufren, no entienden por qué no valoran el amor las tais a las que han estado comprando. Y también ellas sufren cuando la iguala mensual falta, o si el farang llegó sin regalos o no quiso comprarles el relojito caro, ¿es que ha dejado de amarlas?

2- Incomprensión pagada

El 70%!d(MISSING)e los estudiantes universitarios en Tailandia son chicas. Mujeres que se incorporan al mercado de trabajo a ganar dinero y que corren el peligro de desencajar del esquema jerárquico en el que las mujeres están abajo de los hombres. Para ellas es un peligro porque, ya que superan por más de dos a uno a los egresados masculinos, les resulta cada vez más difícil hallar maridos que tengan mayores ingresos y mejor educación que ellas, como la sociedad tai considera apropiado.

A menos que tengan mucha suerte, los farangs que ven no les resultan satsfactorios: por lo general los occidentales que buscan relaciones aquí son los que tienen poco rating en sus propios países, tienen bajo nivel educativo y además no están dispuestos a hacer el largo recorrido entre el momento en que las conocen y el de irse a la cama juntos, lo que con frecuencia incluye un compromiso matrimonial.

Las mujeres tais educadas quedan, pues, fuera del alcance de la mayoría de estos farangs. Y ellos encuentran más sencillo adquirir una joven pobre y poco educada en la que no tengan que invertir mucho dinero y esfuerzo. El resultado común son relaciones vacías basadas en el intercambio material de sexo y plata. Por falta de capacidad y/o interés, las parejas no hacen esfuerzos por entenderse mutuamente (para superar las barreras culturales) y se encierran en burbujas separadas, en las que ellos sólo ven en ellas un atractivo bulto con el cual pasear y tener sexo, y las tais no encuentran en los farangs más que un instrumento financiero.

Hace unos meses, cuando viajaba con la francesa Marie, tuve un ejemplo de ello. Nos reunimos para cenar con Norbert, un galo de algo menos de 50 años, tres compatriotas suyos y las respectivas novias tais. Marie y yo estábamos al centro. Ella me traducía al italiano, ellos me hacían corteses comentarios en inglés, pero la conversación se hacía fundamentalmente en francés, sin hacer el menor gesto hacia las cuatro chicas tais, que estaban aburridas en cada extremo de la mesa, como orientadas a los cuatro rincones cardinales, y que no entendían el caso de habérselas arreglado para aprender inglés a pesar de su pobreza, para ligarse farangs que hablan en otro extraño idioma occidental y que no les conceden valor ni tan siquiera para hablar en inglés, aunque sea por educación.

Pero siguen con ellos porque al menos cumplen con el compromiso económico, y eso es lo principal.

3- La visión del otro

La intensa, masiva relación entre hombres farangs y chicas tais genera tensiones en otros niveles. Son escasísimas las parejas de hombres tais con mujeres occidentales. Como es natural, muchos tais no están muy contentos con ello.

A ellos les gustan ellas, como se hace evidente por la forma en que las miran y les hablan por la calle. Son ellas las que no quieren. He preguntado las razones, y más allá de las diferencias culturales (una occidental con educación e ingresos propios no se ajusta con tanta facilidad a quedar jerárquicamente debajo de su pareja tai), rescaté lo siguiente:

El tamaño importa. Los tais son delgados y pequeños. A los hombres occidentales les da morbo llevarse a la cama a una pequeñita mujer tai, pero aunque les parecen guapos, a algunas farangs no les resulta particularmente atractivo acostarse con alguien que mide diez centímetros menos que ellas y tiene sólo tres cuartas partes de su peso.

La feminidad de los hombres. Andy, mi amigo gay, sostiene que en Occidente es capaz de determinar de inmediato si un hombre es homo o bi, pero aquí mete la pata una y otra vez. Esbeltos y pequeños, muchos hombres tais parecen algo femeninos en su aspecto y modales.

Pueden ser femeninos, pero borrachos y de a montón no les falta valor. No faltan historias de farangs golpeados por ligar con tais.

Claro que la descripción que he hecho se refiere a sectores limitados de la sociedad tai y resulta injusto para los muchos tais de ambos géneros que son amables, respetuosos y bien intencionados; para las mujeres farangs que encuentran muy atractivos a los hombres locales (y para ellos); así como para las parejas inter-culturales que funcionan bien.

Este post pretende observar algunos vicios y puntos flacos de la relación entre occidentales y orientales en este país, donde ambos mundos se mezclan. Tal vez el origen del problema está en la manera en que Tailandia se abrió al turismo mundial: durante la guerra de Vietnam, el ejército de Estados Unidos mandaba a sus soldados a descansar aquí. Sus muchachos llegaban de la selva con temperaturas mayores que la del casquillo de una bala recién disparada. Esto creó un súper boom en la industria de la prostitución (ya platiqué en un post anterior que mi amigo Tapi se convirtió en símbolo sexual de las pros de Chiang Mai cuando se cortó el pelo al estilo militar) y le dio el carácter sexual al turismo en Tailandia.

El país ofrece mucho más, no obstante, en términos de cultura, de bellezas naturales y de actividades deportivas. El gobierno y mucha gente se están esforzando por elevar este perfil y mejorar la imagen del país, que lo merece. Ojalá este fuera el detonador de un cambio de fondo que permita un intercambio cultural más sano y relaciones amorosas más igualitarias y satisfactorias para las parejas.

DÍA 343. 4 DE ABRIL DE 2006. CHIANG MAI, TAILANDIA: LA CAÍDA DEL BERLUSCONI ASIÁTICO



¡Mañana me voy! Casi no puedo creerlo. Llegué a Chiang Mai hace más de dos meses, sólo por unos días. Es cierto que te atrapa y al principio me quedé por gusto. Pero es una ciudad caprichosa y, cuando vio que me iba, me agarró por las mala e incluso me encerró en el hospital. Hoy, el cirujano se mostró satisfecho con mi recuperación, de la que dice que fue veloz, y me autorizó a marcharme.

Estos dos meses estuvieron llenos de amigos y experiencias. Tengo una bolsa repleta de papelitos con e mails e invitaciones a visitar aquí y allá. Algo muy interesante que quiero comentar ahora con los bloggers es el extraño proceso político tailandés, que justo hoy alcanzó un momento culminante (me voy en lo mero bueno).

Tailandia tiene un rey como los de España y Gran Bretaña, o sea, una figura decorativa, legalmente sin poder político, y un primer ministro encargado de gobernar, electo por el parlamento. El cargo está en manos de Thaksin Shinawatri, que es la versión asiática del italiano Silvio Berlusconi: es el hombre más rico del país, magnate de las telecomunicaciones, y se adueñó del poder inventándose un partido personal híper-populista, Thai Rak Thai, es decir, "Los tais aman a los tais". Berlusconi se apropió del grito de guerra de la selección italiana para su partido "Forza Italia". Los dos hombres, el mediterráneo y el sudasiático, abusaron de sus mayorías parlamentarias para modificar las leyes una y otra vez en beneficio de sus negocios y para evitar que la justicia los atrapara por pillos. Y pese a todo, los electores (uno se pregunta por la salud mental de esos votantes) seguían apoyándolos.

Thaksin ganó mayoría absoluta en las elecciones de 2001. Y la revalidó con ganancias en las de 2005. Pero en enero de 2006, cuando llegué a Tailandia, cometió un grave error. La oposición insistió mucho tiempo en que su cargo y sus negocios representaban un conflicto de intereses. De manera que el hombre, con su gran sonrisa (y al mejor estilo berlusconiano), anunció que se sacrificaba por Tailandia y vendía sus acciones en las empresas en conflicto.

El problema fue que las entregó a un consorcio del gobierno de Singapur, a pesar de que la Constitución prohibía que los extranjeros poseyeran más del 25%!d(MISSING)e compañías del sector de comunicaciones. ¿Para qué tiene uno mayoría parlamentaria, pues, si no para cambiar la ley a su antojo? La limitación fue eliminada. ¿Y por qué tanta buena onda con los de Singapur? ¿Es que no había postores nacionales? Nadie que ofreciera mucho más de lo que realmente valían las acciones del pobrecito Thaksin y su familia, que se embolsaron 1,900 millones de dólares con la operación. ¿Así nomás? ¿Y los impuestos qué? ¿A poco no tuvieron que pagar un dineral? Pues no. El primer ministro aprovechó una laguna en la legislación y no se mochó ni con un baht (la moneda local).

A la gente se le acabó la paciencia y montó un movimiento que pedía la renuncia del desinteresado hombre de los millones. Se armó una alianza "popular" de profesores, estudiantes, sindicatos, profesionistas, trabajadores urbanos y algunos grandes empresarios que hicieron marchas y plantones. Los jóvenes actuaban por primera vez desde 1992, en que el ejército cometió una matanza etre ellos. Las demostraciones fueron alegres y muy creativas, con obras de teatro y música. Varios medios de comunicación se unieron a la campaña sin ningún pudor.

Lo que tenían enfrente era formidable: Thaksin tuvo en 2005 19 millones de votos, mucho más que nadie en la historia tailandesa, y controla el electorado rural pobre mediante programas de apoyo social. Sus propios medios de comunicación y los del Estado entraron en su apoyo, también sin pudor alguno. A las marchas opositoras siguieron las de sus seguidores. Hubo algunos roces violentos de pocas consecuencias (como presión física directa de trabajadores pro-Thaksin contra periódicos de oposición, a los que obligaron a dejar de circular por varios días).

Empezaron a correr rumores de que habría un golpe de Estado o un desenlace sangriento, como ya hubo varias veces en el pasado. Pero el primer ministro salió más vivo: desde la legitimidad de su mayoría parlamentaria, hizo promesas de compartir un poco de poder, engañosas pero con apariencia de generosa magnanimidad. Como los opositores no mordieron el anzuelo, lanzó lo que parecía una jugada maestra: "si dicen que los tailandeses están en mi contra, pues vamos a preguntarles si eso es cierto". Así convocó a elecciones adelantadas.

Los partidos de oposición sabían que los iban a planchar de mala manera: Thaksin tiene los votos. Denunciaron la maniobra como corrompida y se negaron a participar. El proceso se llevó a cabo, en algunos distritos ganó el voto blanco y nulo (que aquí vale como si fuera para algún partido) o se obstaculizó la victoria de los candidatos del partido oficial, que recibió tres millones de votos menos que en 2005, pero a final de cuentas el primer ministro ganó el 55%!d(MISSING)e los sufragios. De nuevo, se dijo dispuesto a compartir el poder.

La cosa no avanzó. La oposición insistió en hacer marchas. El temor de un final sangriento permaneció. Los mercados financieros temblaron. Hoy, el rey se reunió con Thaksin. Y el primer ministro, que había llegado a palacio muy seguro y sonriente, salió a anunciar que renunciaba para facilitar la inminente celebración de los 60 años de la ascensión al trono de Su Majestad en un ambiente de concordia.

¿Así tan fácil? ¿Y ya está? ¿El 55%!d(MISSING)e los votos de Thaksin no importa? Activa, festiva y creativa, ¿la movilización de la clase media urbana vale más que los sufragios de los campesinos pobres? (Bien o mal habidos, en una democracia los votos son los votos.) ¿La voluntad del rey vale más que el resultado de unas elecciones?

El desenlace es bastante malo para el país, a pesar de que parezca bueno echar a patadas a un plutócrata abusivo como Thaksin. Lo que se presenta como una saludable coalición de estudiantes, trabajadores y empresarios carece de mayores objetivos que correr al primer ministro, no hay sueños de hacer un país mejor, mucho menos un programa político, y de hecho fue tejida, lanzada y tutelada por otros grandes miembros de la oligarquía que antes fueron socios de Thaksin y luego se pelearon con él. No es más que un pleito interno de la élite económica, y los estudiantes salieron a las calles (y arriesgaron sus vidas, pues siempre se temió la intervención militar) sin detenerse a pensar al molino de quién llevaban el agua. La situación política sigue básicamente igual, porque el partido de Thaksin, que él controla, conserva su mayoría parlamentaria y pondrá al nuevo primer ministro, y aunque haya otras elecciones, lo más probable es que siga siendo el mayoritario: lo único nuevo es que se verá obligado a compartir más poder.

La figura del rey salió reforzada: un señor al que nadie eligió, pero cuya fotografía se reproduce millones de veces por las calles y al que todos saludamos de pie en el cine, antes de que empiece la peli; que heredó el trono en 1946 y ha aceptado dictaduras y golpes de Estado; ahora parece reforzarse con poderes extraconstitucionales para "corregir" la democracia (si a veces la suerte colocó monarcas que jugaron papeles positivos para sus pueblos, como cuando Juan Carlos I detuvo el golpe de 1981, esto es la excepción; ya visité los países de dos tiranos inútiles, los reyes de Swazilandia y Nepal).

Lo peor es que, más que el rey, parece que lo que decidió la suerte de Thaksin fue la intervención de diplomáticos extranjeros y que perdió sus últimos apoyos en la élite financiera y en el ejército: se veían venir golpes económicos y, tal vez, uno de Estado.

En el caso tailandés, esta es la realidad del "poder popular".


FIN DE LA SEGUNDA PARTE. VISITA LA PRIMERA!

END OF THE SECOND PART. GO TO THE FIRST PART!


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26th October 2006

EYY!
Sigo pendiente de tus aventuras saludos, TANIA.

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