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Published: January 1st 2009
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Resumen de las actividades del día: vista externa del Hawa Mahal (Palacio del Viento), Palacio de la Ciudad (visita al Chandra Mahal y al templo Govindji Dev Ji) (300 Rs), Jatar Mantar (observatorio astronómico) (gratuita). Callejeando por el centro de la ciudad, Minarete Iswari Minar Swarga Sal (en refacciones), bazaar Johari. Película en el cine Raj Mandir. Desayunamos en el hotel. En la carta veo Ice-tea. Me lo pido! Traen las tostadas, el masala chai para Lola. Mi té frío no aparece. Me como las tostadas, Lola acaba con lo suyo. Pasan 15 minutos, vuelvo a solicitar mi té. Dicen que falta poco. A los 25 digo que lo suspendan, que se me hace tarde. Supuse que no tendrían botellines y que habrían ido a comprarlos.
Tenemos el tren hacia Jaisalmer a las 23:57 hs. Dejamos las maletas en el hotel y hacemos el check-out. El encargado nos pregunta si tuvimos algún problema con el desayuno. Le cuento lo del Ice-tea. Me dice que en su hotel, se manufactura in situ todo lo que sea posible. El Ice-tea es un te normal al que luego enfrían… y eso lleva tiempo, al menos si queremos que no lo enfríen con
hielo. 😞
Haremos un recorrido a pie por el centro de la ciudad, pero antes queremos reservar las entradas para el cine “Raj Mandir”, el más grande de Asia (así dicen). Por la puerta del hotel pasan muchos ricksshaws de tracción humana y auto-rickshaws motorizados. Los primeros son más pintorescos, más baratos, pero más lentos y más peligrosos, tienen muy poca consistencia y estás expuesto a golpes con más frecuencia. Solo sirven para trayectos cortos. Sí, son muy pintorescos. Imagínate lo curioso que resulta ver a un pobre individuo de 45 kilos escasos, pedaleando para arrastrar un peso de 160 kilos divididos en dos felices humanidades. Es realmente lastimoso verlos desempeñar su trabajo. Uno realmente se siente culpable, parece como que con su contratación se perpetúa la esclavitud. Cuando llegan a una pendiente que no pueden vencer con sus delgadas piernecitas, se bajan y comienzan a tirar del triciclo con sus brazos, como buenamente pueden (ver la foto al pie). Dan ganas de bajarse a ayudarlos. En algunos casos hay que bajarse de verdad para que puedan subir la cuesta, pero ellos se enfadan, es como que su honor se ve derrotado, y no lo admitirían.
Quien nos
lleva nos dice que las taquillas del cine están cerradas, que solo abren en el mismo horario de las funciones. Le decimos que igual nos lleve. Si no están abiertas nos quedaremos paseando por esa zona. Todo será novedoso. Nos da igual. Llegamos y la taquilla está abierta. Hay tres tipos de entrada. Nosotros ni de lo mejor, ni de lo peor. De las tres categorías (rubí: 50 Rs, esmeralda: 70 Rs y diamante: 120 Rs), nos quedamos con las entradas de 70… y el expendedor se queda con parte de nuestra vuelta. De las 200 rupias que pagué solo me devuelve 30. Me quedo con la mano extendida mostrándole lo que me ha dado. No sé si las lentejas con arroz les afecta al lóbulo cerebral que controla las matemáticas o yo estoy enfermo de occidentalización.
Jaipur es un hormiguero humano. Decidimos internarnos por las callejuelas interiores, alejándonos de las avenidas. En estas callejuelas no transitan turistas, quienes no suelen alejarse de los circuitos tradicionales. Nosotros, poco tradicionales nos metemos en “berenjenales”. En estas callejuelas, la pobreza se percibe más profunda, más cruel. La vida transcurre de una forma más natural, lo que para la India significa “menos
humana”. Aquí no hay intermediarios ni vividores del turismo, todo es propio. Viven y trabajan para ellos mismos. Venden sus mercancías a precio de India, sin más interés que el de la subsistencia… que ya es decir mucho. Nadie nos acecha, no atacan al turista con sus ofertas. A pesar de nuestras obvias diferencias étnicas, pasamos desapercibidos. Quizás alguna mirada de reojo, alguna sonrisa inconsciente, generada por la extrañeza que genera nuestra presencia… pero obviamente, si estamos transitando por éstas, “sus calles”, es porque deberíamos estar habituados, porque vivimos en el barrio, porque nos hemos perdido o porque estamos locos. Ya bastante tienen con lo suyo para preocuparse por nosotros. Lo suyo es trabajar en locales diminutos, todos al exterior, no hay lugar ni para paredes, ni escaparates. Carpinteros, herreros, cocineros, artesanos, sastres y relojeros. Todos mezclados, como en el tango “Cambalache”. No podrías imaginarte las cosas que fabrican, ni menos aún las cosas que reparan. Especialistas en arreglar lo irreparable, incluso lo inservible. Para ellos todo tiene valor, todo sirve. Como la mismísima energía, nada se pierde, todo se transforma.
Increíble India!! 😊
Por el precio de la entrada al Palacio de la Ciudad te dan unos
auriculares con una extensa información y detalles interesantes divididos en 32 paradas explicativas (solo en inglés, alemán o francés)
Raj Mandir… EL CINE, así, con mayúsculas. El que dicen que es el mejor cine de Asia, en estilo rococó, ambientado al estilo de los años sesenta. Se pueden sacar fotos en el hall de entrada, pero está prohibido en la sala de funciones. Exhiben películas en idioma hindi, de las filmadas en los estudios de Bollywood (Bombay). Antes de la película no hay ningún aviso en el que se alerte de que hay que apagar los móviles. Comienza la película y el sonar de los móviles, cada uno con su musiquita. Los indios son pobres, pero muy respetuosos. Son incapaces de dejar una llamada de un amigo o de un cliente sin responder. Se mezclan las voces de los actores con la de los “telefónicos”. Todo muy pintoresco. En realidad, si los teléfonos te distraen por 10 minutos… no problem! Puedes retomar el hilo de la película sin haberte perdido demasiado. Bueno, me refiero a lo que intuía, porque está claro que no he aprendido a hablar en hindi en cuatro días. De todos modos la película era un
musical y no parecía tener un argumento muy profundo. Así también lo entendieron unos 20 nordeuropeos que iban en un grupo, y a la media hora de comenzada la película, se levantaron y se fueron… en fila india. Nosotros, más discretos, esperamos al intermedio para irnos. Las películas duran 3 horas, y con una hora y media ya habíamos pagado la turistada. No creo que se pueda aguantar de un tirón toda la… bueno, sí, digamos: la “película”. Así que, en el intermedio desperté a Lola y nos fuimos. Fue una experiencia… o media experiencia, mejor dicho. No sé si recomendártelo.
Estación de trenes de Jaipur. Casi medianoche. Mucha gente en los andenes, otras tantas en las salas de espera. En los andenes los hombres en su típica posición de cuclillas, apoyados sobre sus talones. En las salas de espera, de unos 20 x 20 metros, decenas de indios durmiendo, cubiertos por sus mantas, que esconden todo su cuerpo. Es imposible adivinar si esperan a un tren próximo a arribar que los lleve a otro destino, o si están ahí, como el resto de todas sus noches, dejando que les pase la vida. 😞
Dejan de ser seres
humanos y se convierten en bultos a los que hay que esquivar al caminar. No tomes mi descripción como peyorativa. Soy uno más que describe con crudeza una realidad que es lastimosa; imágenes que impactan las retinas, que hieren los sentidos, que te dejan tocado para siempre. 😞
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Daniel
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estoy esperando mas relatos
Ya me he leido todo y estoy esperando mas...Nosotros nos vamos este año 26 dias por libre,y la verdad que me sirve mucho tu relato. Cuando teniais trenes nocturnos ,os dejaban dejar la mochila en el hotel "en consigna"? Mi circuito es muy parecido al tuyo,solo que yo voy a ir a ver el templo dorado en Amritsar y no voy ver Bundi (que tal es Bundi?) saludos